jueves, 29 de agosto de 2013

Desterrado del Edén

¡Qué hermosa melodía fue negada en el Edén, 
Que perfecta fantasía arrebatada con dolor! 
De confusión herido fue a expulsar con desdén, 
A su más bello ángel, Dios, de los brazos del amor. 

¿Por qué me condenas al horror que ambos sufriremos? 
Jugando a ser dueño del deseo y del ardor, 
Profanando lo único que ambos juntos poseemos, 
Arrancándome del pecho mi fuego interior. 

Si me privas del amor, de mi cuerpo enamorado, 
Te Juro, por lo vivo y por lo muerto, destruir tu corazón, 
No parar hasta que tu espíritu yazca olvidado, 
Y Arropado por diablos de tu infierno sin compasión. 

Tú, dios de madera, falso profeta del amor, 
Tú que otorgas y arrebatas a placer y voluntad, 
Yo maldigo y te condeno al dolor abrasador, 
De una vida mancillada con traición y soledad. 

Y ahora marcha, cuervo vetusto portador de la maldad, 
Que a tu paso no dejes pluma alguna de tu vuelo, 
Bastante desterraste tu bello ángel a la terrible oscuridad, 
Suficiente ya privaste a tus hijos de tu cielo.


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