martes, 10 de enero de 2012

Morrigan's Eyes

“La niebla era espesa y se arremolinaba en torno a nuestros pies según íbamos adentrándonos en la oscuridad a través de los árboles. Pronto la luz del sol quedó oculta tras el profundo y retorcido ramaje que conformaba el techo del bosque, dejando entrever tan solo unos delgados hilos de luz que apenas calentaban el gélido aliento dejado por la niebla.
Ninguno de nosotros pronunciaba palabra alguna, no era necesario, nuestras caras ya hablaban por si solas. Gestos de preocupación y temor eran nuestra única compañía mientras nos internábamos en aquel siniestro lugar.

Entre las oscuras ramas se escuchaba el graznar de macabros cuervos que levantaban el vuelo a nuestro paso.
-Malditas alimañas-. Farfulló Eoin tras escupir en el suelo.
El viento se colaba entre los árboles agitando los deslucidos huesos que colgaban de sus ramas, casi parecía como si al chocar entonaran fúnebres canciones de despedida a los incautos. Pude entrever el temor en las miradas de mis compañeros.
La noche acudió rauda a nuestro encuentro, rodeándonos de sombras y miedo, consiguiendo que todos nuestros sentidos se pusieran en alerta.
Gael desenvainó su arma al escuchar un extraño ruido, eran como lamentos que transportados por el viento hacían que nuestra alma se encogiera con el más absoluto pavor.
-Son los muertos que vienen a por nosotros-. Afirmó con una voz temblorosa.
-La bruja los invoca contra nosotros-. Añadió Liam.
Lancé una férrea mirada mis compañeros con el objetivo de tranquilizar sus mentes, pero apenas podía contener mi propio temor, asique todo intento fue en vano.
El crepitar que las pisadas producían en la hojarasca del bosque nos atenazaba el espíritu.
-Abandono, quiero vivir-. Pronunció Liam justo antes de arrojar su arma al suelo.
-Tú no vas a ninguna parte, bastardo cobarde-. Reprochó Eoin.
Y un espectral aullido de lobos arremetió contra nuestros corazones en medio de aquella disputa.
Aprovechando la confusión Liam salió corriendo dejándonos solos en medio de aquel bosque y desapareciendo en la oscuridad nocturna.
-Déjale, no merece la pena-. Detuve a Eoin que pretendía correr tras él.
Un profundo grito de dolor y agonía surgió de repente de entre los árboles, un grito marcado por la inconfundible voz aguda de Liam.
Durante unos segundos reinó la perplejidad, para luego ser dominada por el pánico.
Corrimos mientras éramos cazados por los fatuos seres invisibles que a través de la oscuridad nos daban muerte.
Gael fue el siguiente, desapareció en medio de la oscuridad, dejando como recuerdo tan solo un fuerte olor a sangre y muerte.
No podíamos correr más, Eoin y yo nos detuvimos bajo un gran árbol a recuperar el aliento. Pude comprobar cómo su rostro había cambiado el temor por la ira y como agarraba con fuerza la empuñadura de su espada, mientras de vez en cuando se le escapaban ligeros temblores.
Escupió al suelo y dijo:
-Acabemos con esto-.
 […]
Volví atrás la mirada, con la esperanza absurda de poder encontrar alguno de mis compañeros muertos tras de mí, pero como una pesadilla de la que no puedes despertar todo fue inútil.
Tras darme la vuelta allí estaba ella, negra dama, ataviada con un oscuro manto de noche, sangre y Terror.
Sin pensármelo dos veces y antes de dejar que el miedo se apoderara de mi, hundí mi acero en ella, mi espada se clavó desgarrando su carne, pero algo en mi interior me decía que no sería suficiente y tras soltar el arma alcé la vista hasta su rostro.
Y pude contemplar cómo sus profundos ojos negros como una noche sin luna y vacios como los de la propia reina de los muertos, me miraban sentenciándome a una muerte casi segura. Esos ojos, efigie inmortal del terror más absoluto.
Presa del pánico corrí como nunca antes lo había hecho. Y allí a través de aquella oscuridad de madera luché ferozmente por mi vida.
Agotado y sin fuerzas, no puedo seguir adelante, esta oscuridad me asfixia.
Tan solo puedo esperar que mi final sea rápido y que estas mis palabras lleguen algún día a […]”




Diario de Micheàl Ashe
Slieve Bloom, Irlanda




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