viernes, 30 de diciembre de 2011

Ojos de Gato

Seres que caminan en la sombra,
ocultos a los ojos de los mortales.
Amos y señores de la penumbra,
efímeros, gráciles y sensuales.

Guardianes de secretos olvidados,
protectores del mundo de los muertos.
Efigies vivientes de dioses reencarnados,
sagrados señores de los viejos desiertos.

Cantan las doce a las dormidas estrellas,
que por las nieblas caminan las brujas.
Entre pócimas y brebajes os reunís con ellas,
hechiceros de la noche y félidos granujas.

De espíritus y duendes sois la cuna,
brillo y magia son vuestras miradas.
Pardos caminantes bajo la luna,
portales al místico reino de las hadas.

Entre poesías y canciones encantadas,
perdidos en las páginas de alguna historia.
Leyendas que serán siempre recordadas,
Relatos que permanecerán en la memoria.

martes, 27 de diciembre de 2011

Leyendas y Amores


Dulce dama de cabellos azabache,
de blanca nieve teñida la piel.
Ven acércate a mi esta noche,
déjame saborear tus besos de miel.

Que el te quiero cante en tu memoria,
que la luz brille en tu corazón.
Porque de amor trata esta historia,
que mi alma susurra con una canción.

Cuentan las leyendas sobre una edad de oro,
que entre las torres de una vieja fortaleza,
descansaba la figura de un viejo tesoro.
Una bella dama con sangre de realeza.

Valiente se apresuró el gallardo caballero,
a matar al cruel y sanguinario dragón.
Con una espada forjada de amor verdadero,
fue a liberar a la hermosa dama de su prisión.

Acero y fuego chocaron sin cesar,
hasta que la bestia fue muerta por la espada.
Y sin parar ni un segundo a descansar,
partió en busca de su princesa encantada.

Tras llegar a lo alto de la torre del cielo,
contempló en su lecho a quien amaba.
Y tras rozar sus labios de dulce caramelo,
ella quedó de él por siempre enamorada.

Y aquí acaba la historia del valiente caballero,
que tras dar muerte al dragón y rescatar a su dama,
sembró sus días con flores de aroma a te quiero,
y aun hoy en día jura que por siempre la ama.


viernes, 23 de diciembre de 2011

Esta es la puerta al infierno

“Esta es la puerta al infierno”
Con esta inscripción realizada con un ortografía de spray negro sobre aquella puerta de oxidados barrotes metálicos, te disuadía de entrar en aquel viejo y roído edificio, que parecía respirar agónicamente con un aliento frio y asfixiante.
Entramos tras ellos en aquella oscuridad, dejando que ellos desaparecieran en su interior y perdiendo de vista esa luz que nos mostraba la salida.
El interior era siniestro y agobiante, y una extraña sensación nos invadía el alma. Esa sensación era distinta a nada conocido, era una maldad absoluta que se colaba por las rendijas de tu espíritu y lo estrangulaba con pavor y con una negrura que impedía que tu mirada vislumbrara luz alguna.
Al observar a mí alrededor solo podía ver escombros, muebles rotos, cables y cañerías, todo ello bañado por la oscuridad y ligeramente perceptible a la vista humana. Con un fuerte olor a humedad y muerte.
Mi corazón bombeaba sangre de forma rápida e ininterrumpida era como si me susurrara en mi cabeza, como si algo me dijese que tenía que salir de allí. Tenía esa imperiosa necesidad, que gritaba en mi interior, de abandonar aquel lugar lo más rápido posible, pero sin embargo seguíamos avanzando a través de aquellos pasillos viejos y derrumbados.
Parecía como si hubiésemos abandonado aquel edificio, incluso aquella ciudad, y hubiésemos entrado en otro lugar, oscuro y sombrío, cargado de la maldad más cruel y retorcida.
Continuamos avanzando hasta llegar hasta un largo corredor, donde no lográbamos alcanzar el final con la vista.
-Cuidado con esos cables-. Advirtió mi acompañante.
Por un momento aparté la mirada del extenso pasillo para fijarme en los gruesos conductos que tenia entre los pies y aparté mis piernas de ellos. Pero una nueva sensación se apodero de mí, si cabe una sensación peor que la anterior, que se iba intensificando a medida que lentamente iba levantando  mi rostro en dirección al largo corredor.
Y allí pude contemplar como una claramente marcada silueta humana esperaba al final de aquel pasillo. El más profundo terror se apoderó de mí, un miedo como el que jamás he sentido y una sensación tan horrible que mi alma se retorcía y se escondía en mi interior.
Me golpeaba por dentro, era como si mi propio espíritu intentase escapar de mi cuerpo para huir de aquella maldad.
Y una imagen confusa apareció en mi mente, un añejo caballero medieval que fijaba su mirada en mí, mientras desenvainaba su oxidada espada.
Apartando esta extraña imagen de mi mente contemplé como aquella extraña figura pretendía avanzar hacia mí. El corazón bombeaba más rápido que nunca y cerrando los ojos corrí en dirección contraria, casi parecía que volaba. No me importaba donde iba solo quería salir de allí, dejar atrás todo aquello. Hasta que alcancé la salida de aquel edificio y tras golpear varias veces aquellos barrotes, logré salir.
Escape de allí, lo más lejos que pude, hasta que agotado mi corazón frenó sus latidos y todo volvió a estar en calma, pera esa sensación jamás se me olvidaría, esa pura maldad y ese puro miedo.
Decidí que jamás quería volver a aquel sitio jamás volver a ver aquella puerta metálica, jamás volver a ver esa inscripción.
Y entonces como si todo hubiese acabado, como si ya estuviese preparado para despertar, me levante de la cama empapado en sudor, con una extraña mueca en el rostro y durante varios minutos me quede allí, en aquella posición, tan solo pensando en lo soñado.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Guardián de mis Secretos

Por los fríos vientos de la muerte azotada,
navega perdida entre mares escarlata.
Tenue llama por los dioses abandonada,
vagando en un abismo de azul y plata.

Condenado a guardar el secreto de mi amor,
que ansía surcar los cielos como un ave.
Y grita desde lo más profundo de mi interior,
buscando al ángel que porta su llave.

De ébano forjado con amor y calma,
que en dorado y azabache reza su inscripción:
“Quien será el guardián de mi alma,
y abrirá los oscuros secretos de mi corazón.”

Solo tú que habitas las notas de un pentagrama,
tú que viajas a través de mis sueños ardientes.
Guarda para siempre la llave, mi bella dama,
y el recuerdo de mi memoria se mantendrá caliente.

Mantén esta promesa en el fondo de tu alma,
y tu corazón será protegido por este caballero.
Surcando la mirada de tus ojos esmeralda,
bañando cada día tus oídos con un te quiero.



jueves, 8 de diciembre de 2011

El Secreto del Tiempo


Cuentan las leyendas que hace mucho muchísimo tiempo existía un reino muy lejano, en el norte y decían los que allí habían viajado que no existía una tierra como aquella, que jamás sus ojos alcanzaron a contemplar un paraíso semejante lleno de vida, verde y fresca hierba con olor a rocío de la mañana, arboles grandes y fuertes que daban jugosas frutas y flores silvestres cuyos aromas te transportaban mas allá de donde tu imaginación podía hacerlo. Se decía que en aquel reino vivía el hombre más sabio del mundo, un hombre tan sabio y tan rico que mando construir una gran torre donde pudiera acumular libros sobre todos los saberes y donde pudiera vivir estudiándolo. 
Ese hombre comenzó a almacenar libros y libros, los libros más raros y exquisitos que jamás nadie pudo tener en sus manos, libros que dotaban a todo aquel lugar del dulce aroma del papel y la sabiduría. Durante años el hombre sabio se dedico a estudiar y a leer sin descanso, con el paso del tiempo apenas salió de su torre hasta llegar incluso al punto de no salir nunca. Tan solo leía y leía, solo quería saber más y más, quería conocerlo todo, saberlo todo, pero según devoraba un libro tras otro se daba cuenta que nunca llenaba su deseo, siempre le faltaba algo mas, nunca alcanzaba a estar completo del todo y a ser feliz de modo que empezó a buscar en sus libros la respuesta. Buscó y buscó con la ilusión de encontrar que era lo que le faltaba, tenía todo era el hombre más rico, era el hombre más sabio, pero no lograba hallar que era eso que le faltaba que le impedía ser feliz, y eso le causo una gran tristeza, pues se sentía derrotado en su interior, pensaba que jamás alcanzaría esa sabiduría que le faltaba por dentro hasta que cierto día una gran tormenta se desató.
El viento agitaba la estructura de la torre y las nubes descargaban toda su furia contra la tierra, haciendo brillar sus relámpagos como si fuesen los enormes látigos del dios del cielo. los truenos rugían como feroces bestias dispuestas a abalanzarse sobre toda forma de vida terrestre, hasta que el cielo comenzó a escupir sus devastadores rayos sobre la tierra.
Los rayos empezaban a caer muy cerca de la torre impactando en árboles y edificios cercanos, logrando levantar grandes llamas y consiguiendo despertar al señor del fuego y los incendios, que gustoso y hambriento hizo que pronto una inmensa masa de llamas se extendiese por doquier y no tardase en hacer prender la torre del sabio.
Aquel hombre, desesperado, comenzó a correr como un loco por toda la torre intentando decidor que libros salvaba de las llamas y cuales dejaría allí. No podría llevárselos todos, empezó a coger libros y libros, a guardárselos entre los recovecos de su ropa y a llenar sus manos con ellos intentando sacar a salvo el mayor número posible de ellos y de la forma más rápida.
Cuando de pronto vio como una de las jóvenes que vivían en las viviendas cercanas a su torre había caído presa de las llamas, atrapada por una montaña de escombros tosía y gritaba desesperada con el objetivo de que alguien pudiera socorrerla. El hombre miro de forma apresurada a la joven y volvió la mirada atrás para contemplar como las llamas consumían los libros que quedaban aun dentro de la torre.
Sin pensárselo dos veces arrojó todos los libros con los que cargaba a las llamas y se lanzo en ayuda de la joven. Apartando con fuerza los escombros que la tenía atrapada, consiguió hacer un hueco por el que pudo sacar a la joven de su prisión de fuego y cargo con ella hasta llegar a un lugar seguro fuera del alcance de las vigorosas llamas. Una vez se hubieron recompuesto del esfuerzo realizado, ella se abalanzo sobre el abrazándole, besándole y dándole las gracias por haberla salvado del fuego.
Fue entonces cuando el sabio cayó desplomado sobre el suelo contemplando como su torre y sus preciados libros ardían entre las llamas. Y una lagrima broto de sus ojos y resbalo por su mejilla, pero no fue una lagrima amarga, sino la más dulce que sus ojos jamás pudieran soltar, pues al fin había encontrado eso que le faltaba, al fin se sentía feliz y lleno por dentro y ya no eran necesario todos esos libros de ciencia y sabiduría. De pronto noto como aun conservaba algo y metiendo la mano entre sus ropas saco un último libro, el único que se había salvado del fuego, un viejo y valioso libro lleno de conocimientos matemáticos fantásticos. 
Lo miro con melancolía, pero esta tristeza pronto se torno en alegría y arrojando el libro sin ni siquiera preocuparse de donde caía se lanzo sobre la joven  perdiéndose en sus labios de una forma que jamás fue escrita en ningún libro.