sábado, 3 de diciembre de 2011

Aquella Historia de Amor

El interior de aquella buhardilla olía a fragancias de frutas y a perfumes de ensueño que a través de la oscuridad te invitaban a entrar en la cálida estancia. Y entre aquella oscuridad, entre cortinas y biombos descansaba ella.
Y podía contemplar como la bella chica de la casa de la hiedra, dormía plácidamente sobre su cama y como la luna proyectaba su luz sobre su piel de níveo terciopelo.
Hipnotizado por aquella dulce visión, él se acercó lentamente y con paso firme y delicado redujo la distancia que lo separaba de ella, hasta alcanzar los pies de su cama.
El suave latir de su corazón le cantaba al oído una vieja canción de cuna sobre besos robados y amores prohibidos, mientras que el perfume que desprendían sus sueños hacia que se le erizara la piel.
Él extendió su mano y recorrió con ella la desnuda y sensual silueta que su femenino cuerpo dibujaba sobre las sabanas.
-Dulces sueños mi ángel-. Susurró, justo antes de darse media vuelta para marcharse
En el último momento, una delicada y suave mano agarró la suya.
-Ningún sueño es dulce si no lo compartes conmigo-.
Y tiró de él consiguiendo atraerlo junto a ella al interior de la cama.
El calor de ambos cuerpos se fundió en uno solo, desnudando la piel del joven y haciendo que ellos dos se perdieran por laberintos de besos y se ahogaran en mares de lujuriosa pasión.
-¿Me amas?-. Pregunto ella entre suaves gemidos.
-Daría todo por tan solo escuchar un solo te quiero salido de tus labios, moriría por ser la luz de la luna para poder acariciar tu piel cada noche…-
Ella apagó sus palabras con un delicado beso y le susurró al oído: “Te Quiero”.
-Tan solo eso me basta-. Respondió él.
Y comenzó a recorrer su cuerpo probándolo, saboreándolo detenidamente y subió hasta llegar a su cuello, donde con pequeños mordisquitos hacia que ella se estremeciera entera.
-Eres ese sueño con el que siempre soñé-. Le confesó él al oído.
Ella se sonrojó por un instante.
-Por favor, cuéntame aquella historia de amor-. Imploró.
Él sonrió y la regaló un último beso
-Si lo deseas así será-. Dijo contemplando sus profundos ojos esmeralda.- Erase una vez una casa cubierta por la hiedra y bañada por la luz de la luna, donde una joven dormía bajo la atenta mirada de aquel que la amaba…





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