viernes, 23 de diciembre de 2011

Esta es la puerta al infierno

“Esta es la puerta al infierno”
Con esta inscripción realizada con un ortografía de spray negro sobre aquella puerta de oxidados barrotes metálicos, te disuadía de entrar en aquel viejo y roído edificio, que parecía respirar agónicamente con un aliento frio y asfixiante.
Entramos tras ellos en aquella oscuridad, dejando que ellos desaparecieran en su interior y perdiendo de vista esa luz que nos mostraba la salida.
El interior era siniestro y agobiante, y una extraña sensación nos invadía el alma. Esa sensación era distinta a nada conocido, era una maldad absoluta que se colaba por las rendijas de tu espíritu y lo estrangulaba con pavor y con una negrura que impedía que tu mirada vislumbrara luz alguna.
Al observar a mí alrededor solo podía ver escombros, muebles rotos, cables y cañerías, todo ello bañado por la oscuridad y ligeramente perceptible a la vista humana. Con un fuerte olor a humedad y muerte.
Mi corazón bombeaba sangre de forma rápida e ininterrumpida era como si me susurrara en mi cabeza, como si algo me dijese que tenía que salir de allí. Tenía esa imperiosa necesidad, que gritaba en mi interior, de abandonar aquel lugar lo más rápido posible, pero sin embargo seguíamos avanzando a través de aquellos pasillos viejos y derrumbados.
Parecía como si hubiésemos abandonado aquel edificio, incluso aquella ciudad, y hubiésemos entrado en otro lugar, oscuro y sombrío, cargado de la maldad más cruel y retorcida.
Continuamos avanzando hasta llegar hasta un largo corredor, donde no lográbamos alcanzar el final con la vista.
-Cuidado con esos cables-. Advirtió mi acompañante.
Por un momento aparté la mirada del extenso pasillo para fijarme en los gruesos conductos que tenia entre los pies y aparté mis piernas de ellos. Pero una nueva sensación se apodero de mí, si cabe una sensación peor que la anterior, que se iba intensificando a medida que lentamente iba levantando  mi rostro en dirección al largo corredor.
Y allí pude contemplar como una claramente marcada silueta humana esperaba al final de aquel pasillo. El más profundo terror se apoderó de mí, un miedo como el que jamás he sentido y una sensación tan horrible que mi alma se retorcía y se escondía en mi interior.
Me golpeaba por dentro, era como si mi propio espíritu intentase escapar de mi cuerpo para huir de aquella maldad.
Y una imagen confusa apareció en mi mente, un añejo caballero medieval que fijaba su mirada en mí, mientras desenvainaba su oxidada espada.
Apartando esta extraña imagen de mi mente contemplé como aquella extraña figura pretendía avanzar hacia mí. El corazón bombeaba más rápido que nunca y cerrando los ojos corrí en dirección contraria, casi parecía que volaba. No me importaba donde iba solo quería salir de allí, dejar atrás todo aquello. Hasta que alcancé la salida de aquel edificio y tras golpear varias veces aquellos barrotes, logré salir.
Escape de allí, lo más lejos que pude, hasta que agotado mi corazón frenó sus latidos y todo volvió a estar en calma, pera esa sensación jamás se me olvidaría, esa pura maldad y ese puro miedo.
Decidí que jamás quería volver a aquel sitio jamás volver a ver aquella puerta metálica, jamás volver a ver esa inscripción.
Y entonces como si todo hubiese acabado, como si ya estuviese preparado para despertar, me levante de la cama empapado en sudor, con una extraña mueca en el rostro y durante varios minutos me quede allí, en aquella posición, tan solo pensando en lo soñado.

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