-Si hubieses hecho lo que te dije, ahora no tendríamos este problema. Pero no, no me hizo caso; y ahora estamos jodidos, realmente jodidos-. Dijo mordiéndose la uñas de forma irresistiblemente nerviosa.
*No eres tu quien da las órdenes aquí.*
-¿Que problema, Walter? Cuénteme, por favor-.
*¿Y por qué sigues escuchando al señor "batablanca"?*
-Oh, no se preocupe doctor, no me refería a usted. Es sólo que... bueno, lo siento por el desastre-. Dijo mostrando una sonrisa forzada.
-¿A quien se refiere, Walter? ¿Qué desastre es este? No tema, puede confiar en mi-.
-A Víctor, por supuesto. Él esta, bueno...-. Dijo bajando la mirada.
-Interesante, ¿Quien es Víctor?
*Cierra la puta boca, Walter. No hables más. No digas más. ¡No menciones los jodidos cadáveres!*
-Sí... los cadáveres-. Murmuró.
-¿Cadáveres, Walter?-.
*Sí, cadáveres. Tres malditos cadáveres! Cuatro cuando acabe contigo.*
-¡Cállate!-. Dijo llevándose las manos a la cabeza y actuando de forma agresiva.
-¿Qué me calle? Walter, ¿Se ha tomado la medicación diaria?-.
-Oh no, doctor, lo siento, no me refería a usted-. Se iba poniendo nervioso por momentos.
*Eres un jodido loco, piensa que eres un jodido loco, Walter. ¿No te das cuenta?*
-Lo siento, Walter, pero creo que será mejor ponerle un sedante y continuar más tarde-.
*No puedes permitirlo, Walter. ¿Vas a dejar que te encierren de nuevo?*
-¡No, otra vez no!-. Dijo alterado.
-Lo Siento, Walter, es por su bien. Llamaremos al enfermero para que le administre el sedante-.
*Acaba con él, Walter. Te drogará y te encerrará como a un loco. No puedes permitirlo, ¡Mátalo!*
-No... no quiero-.
-Es por su bien, Walter. Después de esto se sentirá un poco mejor-. Se giró hacia la puerta buscando con la mirada al enfermero.
*Ahora Walter. Acaba con él ahora. ¡Parte el cuello a ese cabrón!*
-No quiero volver a hacerlo, yo...-.
Hazlo, puto inepto, o acabo yo contigo.
-Tranquilo, Walter enseg...-.
Un par de segundos más tarde el crujido seco y desagradable rompió la conversación.
*Muy bien, Walter. Encarguémonos de los cadáveres antes de que llegue el enfermero. No nos volverán a atrapar. Te lo prometo, Walter.*
Y se quedaron allí, en aquella sala de esterilizado color blanco impoluto. Walter, el infierno, un psiquiatra muerto y sólo dios sabe cuantos cadáveres imaginarios más.