domingo, 16 de septiembre de 2012

Dioses muy Humanos


A veces me pongo a pensar sobre ciertos aspectos del ser humano y encuentro que algunos son soberanamente estúpidos, inconmensurables y a la vez totalmente ligados al hombre desde su nacimiento.
Uno de esos es la prepotencia.
Es la prepotencia del hombre la que lo lleva a las conquistas, a los conflictos y las guerras.
Pero la señal más inequívoca de la prepotencia humana no se encuentra en el campo de batallas, ni en la sangre de los caídos, ni siquiera en los grandes imperios.
La señal que nos indica su soberana prepotencia la encontramos en el arte.
Porque solo un ser infinitamente prepotente sería capaz de representar a Dios a su imagen y semejanza, solo un ser infinitamente prepotente pensaría que Dios se le parece físicamente.
Y es que en el fondo creo, que cuando la Biblia nos dice que Dios nos hizo a su imagen y semejanza, es una gran metáfora.
No se refiere a que en aspecto físico somos iguales, sino a que cada hombre internamente tiene ese fragmento de divinidad, de creerse a sí mismo como un Dios y rendirse culto a sí mismo, aplastando a los demás “insectos humanos” de su alrededor por considerarlos “indignos” o “inferiores”.
Solo un Dios cruel, despótico, prepotente y salvaje, sería capaz de crear una raza de seres que, a su imagen y semejanza, repartiesen injusticia, miedo y muerte por toda la faz de la Tierra.


2 comentarios:

  1. Muy bien dicho, Eidan, y muy buena entrada.
    Por cierto, me alegro de que estés leyendo El Nombre del Viento, gran libro dentro de su estilo.

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  2. Muy poca gente se para a pensar y reflexionar sobre lo humanamente monstruosos que podemos llegar a ser...
    Me está encantando el libro, a ver si me lo termino que ya me queda poco.

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