lunes, 18 de mayo de 2015

A obscuras horas de madrugada

Brillaban tenues las velas
A obscuras horas de madrugada,
Temblorosas y temerosas de que noche,
Embebida de sueños y tinieblas,
Devorara en silencio sus llamas.
Era quizás la hora sombría
En que viejas historias se consumen
Junto al fuego mortecino de la hoguera.
Cuentos de espectros y de brujas,
de aullidos de los lobos a la luna
Y de sibilantes camposantos.
Con los fatuos titilantes en la niebla
Y la luz trémula del candil
Sosteniendo el aliento de la velas.
Era aquella hora aciaga
En que los vivos suaves reposan,
En qué los muertos altos caminan.
Quien ni vivo ni muerto
Recorre, farol en mano,
Los recónditos senderos de la noche
Entre el lúgubre bosque de lápidas.
A través del viejo camino,
Oculto a los ojos en tinieblas,
Conjura sombrías fantasmas 
De otras horas y otros tiempos.
¿A quien convoca aquella alma
Atormentada por espectros olvidados?
Brillaban tenues las velas
Entre el sendero de los ataúdes,
Pero nadie acudió a su brillo.
Aquella sombra bruja permanecía
Taciturna y solitaria entre lápidas
A obscuras horas de la madrugada.


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