jueves, 7 de mayo de 2015

Solo Oscuridad.

La maldición llegó a mí una fría noche de otoño, ocultando con su manto el pálido brillo de la Luna. En forma de sensual abrazo me envolvió la oscuridad, apenas un chasquido de sus dedos, un crujido de mis huesos... y morí. Recuerdo mi cuerpo inerte desplomado sobre el suelo de mi cuarto. Permanecía allí inmóvil, sintiendo el paso de décadas completas frente a mis ojos apagados. Y sin embargo tan sólo una noche sucedió hasta el amanecer. Escuchaba el aletargado susurro de la Muerte cantando canciones de cuna en mi oído. Los ritmos fúnebres de mi propio entierro me invitaban a adentrarme en las profundidades del infierno, pero no había alma capaz de embarcarse al otro mundo. Aquel día Caronte no obtuvo su pago, mi cuerpo yació bajo la húmeda tierra del cementerio y mi alma fue desgarrada en mil pedazos y devorada por una bestia salvaje.

No había luz al final del túnel, sólo oscuridad. Fui consciente de la nada más absoluta y de cómo la negrura ocupaba la dimensión infinita de mi mundo. Quizás el Infierno fuese aquel perpetuo baldío de tinieblas sin fin. Estar muerto es caer en la nada, desaparecer. Sentí miedo, nostalgia después y tras esto, sólo ira. Una ira voraz y sanguinaria contra la vida, contra la muerte, contra Dios y contra el vil Demonio que había ingeniado semejante tortura. Al final todos mis sentimientos se apagaron, todos salvo uno: Un hambre voraz, un deseo profano que no podía satisfacer en aquel limbo tortuoso. Aquel instinto sólo fue el principio, después un crujido de la madera rompió el silencio. El rumor de la tierra en la noche y finalmente el renacimiento de un alma condenada a vagar bajo la eterna Luna de su inmoralidad blasfema.

Mi corazón ya no latía al ritmo de la vida; no sentía alegría, ni desdicha. Sólo el profundo vacío del eterno abismo; un demonio interno hambriento e insaciable. El precio a pagar por la eternidad fue extremadamente elevado: La soledad inmortal. No habría un dios que me protegiese en la oscuridad, no habría calor ni luz que guiasen mi camino, no habría quien sostuviera mi mano en la no vida. Sólo vacío. No vivo, muero, sólo cazo. Como un depredador del Inframundo. ¿Qué soy? Nada. Polvo. Un cadáver. Soy colmillos en la oscuridad. Soy alas en la noche. Soy el consuelo de necios. Estoy muerta y tengo hambre.


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