Encerrado en este oscuro cuarto la luz se me presenta fría, confusa, distante. Siento frio y a mi alrededor solo encuentro extrañas sombras del ayer, viejos recuerdos y algo más.
Me mira, sonríe
-Solo era cuestión de tiempo-.
Demasiado tiempo ha pasado, pensaba que se había marchado entre las llamas y las cenizas de vidas pasadas.
-Nunca me fui, siempre he estado aquí, contigo-.
Su silueta se dibuja borrosa y difuminada.
-¿Qué quieres?-. Realizo la pregunta cuya respuesta ya conozco.
Él se acerca y vuelve a sonreír.
-Lo que siempre he hecho, aconsejarte y recordarte las reglas del juego-.
Agacho la mirada y suspiro.
-Esta vez el juego ha acabado-.
-Eso mismo dijiste, ¿Recuerdas?-. Se sienta junto a mí. –El agujero nunca es los bastante profundo, al menos no de momento.- Vuelve sonreír.
No sé qué decir o simplemente no me hace falta decir nada, no es necesario.
Él escupe y maldice.
-Si yo fuera tu…- No hace falta que termine la frase, una imagen vale más que mil palabras.
-Pero tú no eres yo-. Respondo al fin.
-Au contraire-.
Pienso en decirle algo, pero sé que no llevo razón y bajo la cabeza en silencio.
-¿Por qué estás aquí?-.
-Porque mientras Dios pone a algunos un ángel de la guarda que no les deje caer, el Diablo pone a otros un ángel caído que les ayude a levantarse-.
Los ojos me duelen y la boca me sabe a cenizas.
-Tengo hambre y no puedo comer, tengo sueño y no puedo dormir, estoy cansado y no encuentro descanso…-.
-Dime, ¿Cuándo perdiste el espíritu?-.
Una mirada fría basta para hacer que él se quede en silencio.
-Piensas que no me necesitas y sin embargo estás escribiendo esta conversación-. Se ríe.
Se pone de pie y me levanta bruscamente, mientras mirándome a los ojos me agarra firmemente por el cuello.
-¿Tristeza? ¿Decepción? ¡Ese no es el camino, idiota!-.
-¿Y cuál es el camino?-. Pregunto
-Lo sabes perfectamente, tan solo síguelo.- Se ríe profundamente y se marcha.
Nuevamente me vuelvo a quedar solo, en este cuarto frio y lleno de las sombras de lo que fue y no pudo ser.
Me mira, sonríe
-Solo era cuestión de tiempo-.
Demasiado tiempo ha pasado, pensaba que se había marchado entre las llamas y las cenizas de vidas pasadas.
-Nunca me fui, siempre he estado aquí, contigo-.
Su silueta se dibuja borrosa y difuminada.
-¿Qué quieres?-. Realizo la pregunta cuya respuesta ya conozco.
Él se acerca y vuelve a sonreír.
-Lo que siempre he hecho, aconsejarte y recordarte las reglas del juego-.
Agacho la mirada y suspiro.
-Esta vez el juego ha acabado-.
-Eso mismo dijiste, ¿Recuerdas?-. Se sienta junto a mí. –El agujero nunca es los bastante profundo, al menos no de momento.- Vuelve sonreír.
No sé qué decir o simplemente no me hace falta decir nada, no es necesario.
Él escupe y maldice.
-Si yo fuera tu…- No hace falta que termine la frase, una imagen vale más que mil palabras.
-Pero tú no eres yo-. Respondo al fin.
-Au contraire-.
Pienso en decirle algo, pero sé que no llevo razón y bajo la cabeza en silencio.
-¿Por qué estás aquí?-.
-Porque mientras Dios pone a algunos un ángel de la guarda que no les deje caer, el Diablo pone a otros un ángel caído que les ayude a levantarse-.
Los ojos me duelen y la boca me sabe a cenizas.
-Tengo hambre y no puedo comer, tengo sueño y no puedo dormir, estoy cansado y no encuentro descanso…-.
-Dime, ¿Cuándo perdiste el espíritu?-.
Una mirada fría basta para hacer que él se quede en silencio.
-Piensas que no me necesitas y sin embargo estás escribiendo esta conversación-. Se ríe.
Se pone de pie y me levanta bruscamente, mientras mirándome a los ojos me agarra firmemente por el cuello.
-¿Tristeza? ¿Decepción? ¡Ese no es el camino, idiota!-.
-¿Y cuál es el camino?-. Pregunto
-Lo sabes perfectamente, tan solo síguelo.- Se ríe profundamente y se marcha.
Nuevamente me vuelvo a quedar solo, en este cuarto frio y lleno de las sombras de lo que fue y no pudo ser.
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