sábado, 12 de noviembre de 2011

Suéñame


Y así yacían entre los retazos rotos de tiempos mejores, fundiéndose en aquel ardiente beso que lentamente iba consumiendo el fuego de las velas.
El olor a filtros y brebajes se mezclaba con el añejo aroma de libros viejos dando lugar a una mística fragancia que impregnaba todo aquello con un halo de sobrenatural sensualidad.
-Té vi en aquel sueño-. Dijo él suavemente. – Y supe nuestro destino-.
Ella se limitó a acariciar su cuerpo y a besarlo delicadamente en los labios.
-El destino selló nuestras vidas, la pasión marcó nuestros pasos-. Susurró ella.
Ambos cuerpos se fundieron en uno solo arropados por la tenue luz de las velas.
Demasiado hermoso para ser real, demasiado real para ser un sueño.
-¿Eres real?-. Preguntó él.
-Tanto como el viento que acaricia tu cara al amanecer-. Respondió ella.
Bajo la atenta mirada de gatos negros corrían ríos de lujuria. Dulce deseo que agregara la lasciva melodía de fondo compuesta por dos almas amantes.
Él cerró los ojos durante un momento, abandonándose al placer, para luego volver a abrirlos y mirar fijamente su celeste mirada.
-Pídeme lo que quieras y será tuyo.- Afirmó complaciente.
-¡Escríbeme!-. Dijo ella mientras nuevamente sus labios y sus cuerpos se fundían entre sí formando una única figura que se retorcían ante la luz de las velas.
Y despertó, entre sus sabanas impregnadas de frio sudor, de aquel lucido sueño y con una lágrima en el rostro y una pluma en la mano comenzó a escribir.


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